Una gran foto ha de ser única, ha de destacar entre las demás, ha de transmitir y me la tengo que creer"

¿De qué manera llegaste a la fotografía?De donde nace esa necesidad de retratar tú  mundo?

Mis abuelos maternos se conocieron en Bellas Artes mientras estudiaban la carrera. La mayor parte de mi familia cercana se dedica a algo relacionado con las artes visuales. Por mi parte, siempre quise ser pintor, me fascinaba la pintura: Sorolla, Velázquez, Rembrandt, Delacroix… Pero cursando el Bachillerato Artístico, durante el rodaje de un cortometraje para una asignatura, me dí cuenta que quería dedicarme al mundo del cine. Estudié un Ciclo Superior de Realización Audiovisual y trabajé en una productora de televisión como freelance durante un año. Entonces todo se grababa con cintas, y la calidad cinematográfica que buscaba era inalcanzable. Por suerte mi abuelo me prestó su Leica y… aqui estoy.

Ante la avalancha continua de imágenes en la actualidad. ¿qué consideras para tí que es una gran foto?

Primero de todo, quiero aclarar, que no creo que nadie pueda afirmar que una foto sea buena o mala. Como dice Suzi Gablick, “No hay ninguna propiedad o función específica que haga de un objeto una obra de arte, salvo nuestra actitud hacia él y nuestra voluntad de aceptarlo como arte”. Dicho esto, para mí, la calidad de una foto va ligada al concepto que tengo de belleza. Una gran foto ha de ser única, ha de destacar entre las demás, ha de transmitir, ha de ser armoniosa y me la tengo que creer. Pero lo fundamental es que cumpla el deber para el que está creada.

Podría estar hablando sobre este tema horas y horas, pero resumiendo todo esto, la foto ha de tener gusto.

¿Cual es la obra con la que más satisfecho te has quedado hasta ahora?

Para ser sincero, no estoy satisfecho 100% con ninguna de mis obras. Cuando todo sale mejor de lo previsto y siento que he realizado un gran trabajo, entonces sí siento que estoy satisfecho, pero al poco tiempo todo se desvanece y algo me dice que puedo hacer algo mejor, regreso al punto inicial y vuelta a empezar. Es como un bucle.

Si tuviese que quedarme con una sola obra, quizás sería el tríptico “RGB” con la modelo Sabrina Lan. En esta sesión concentro mucho de lo que ha aprendido en todos mis años de estudios y trabajo –hay composición, naturalidad, color, textura, emoción…– Fué una sesión rápida, sencilla, inmersos en un amanecer precioso en el mar mediterráneo. Parecía que la sesión estaba dirigida por la naturaleza, nos dejamos llevar por el viento y las olas. El tríptico no sólo retrata a Sabrina, sino que concentra todas esas emociones como si de un libro se tratase, explicando cada detalle de lo que sentí.

¿Quiénes fueron los maestros y referentes para llevarte a esta disciplina? De que manera crees que te influenciarón?

Mis referentes son muy variados. Desde pintores como Velázquez, Rembrandt, mi propio abuelo, Sebastián Capella… a fotógrafos como Ansel Adams, Richard Avedon, Helmut Newton, o directores de foto como Lubezki, Deakins o Doyle.

¿Cómo funciona tu metodología de trabajo? ¿De que manera proyectas tu imaginario para cada proyecto?

Esto es algo muy relativo, a veces parto de una paleta de color, un moodboard o reuniones con clientes o compañeros de proyecto, ideas compartidas con modelos… En ocasiones está todo muy pensado y en otras no tanto, pero siempre, por muy organizado que esté, dejo un hueco para dejarme llevar y que el modelo o la modelo me guien, en una especie de baile a lo largo de la sesión. Es entonces cuando lo magia ocurre.

Ventajas para ti de trabajar en analógico y no en digital..

¿Cual es tú camara favorita y por qué?

Para resumir, y mucho, el analógico tiene un estilo incrustado en la imagen, el digital no.

Para mi el analógico es más orgánico y transmite mejor las emociones, pero no es algo fundamental para crear una buena obra.

No tengo cámara favorita, y de hecho la cámara es solo una herramienta más dentro de mi “maleta”.

Pienso que hay una cámara apropiada para cada ocasión. Es como preguntar que coche es mi favorito. Dependerá de a dónde quiero ir: montaña, carretera, circuito…

Para hacer retratos con luz natural y poca luz, prefiero una cámara digital reciente, con un sensor grande y una nivel de ruido bajo.

Para retratos en exterior, con buena luz natural, y clave alta, prefiero una cámara analógica y una sensibilidad alta en mi película para obtener una mayor latitud.

¿Eres muy obsesivo con el resultado final?

Sí, bastante. Si hay algo que no me gusta en la imagen, he de corregirlo. Y si considero que esta corrección puede afectar a la autenticidad de la imagen, entonces, muy a mi pesar he de descartar la imagen.

¿Cuales son los fotógrafos que más te sorprenden actualmente,nacionales y de fuera? Y de que manera lo hacen?

Lo cierto es que en líneas generales cada vez me sorprenden menos los fotógrafos actuales que sigo, pero sí es cierto que algunas de sus imágenes las considero auténticas obras de arte.

Fotógrafos: Marta Bevacqua, Ryan Muirhead, Piot Marzec, Martina Matencio, Dean Martindale, Weronika Izdebska, Heather Hazzan…

Directores de foto nacionales: Marc Miró, Óscar Faura y Daniel Fernández Abelló.

¿Qué te aporta una ciudad como Barcelona a tu obra?

Ahora mismo es donde me encuentro más a gusto. Y eso me proporciona cierta calma. Barcelona es una ciudad cosmopolita, y caminable. No paro de conocer gente nueva de diferentes nacionalidades y trayectorias. Es como un aeropuerto para mí, y a nivel artístico es fundamental.

¿Donde te ves a diez años vista como profesional?

En diez años puedo hacer muchas cosas. Pero me gustaría tener más control sobre mi tiempo, menos estrés, mejores clientes y proyectos más grandes. La creación artística es parte de mi vida, y como tal he de aprender a  integrarla, porque con ella he de convivir el resto de mi vida.