Redactora Ariane Aumaitre Balado

 

 

Tu último trabajo se llama ‘La femme mangeuse des nuages du ciel’ (La mujer que come

las nubes del cielo) ¿A qué saben estas nubes?

Buena pregunta… saben a azúcar y sueños.

 

Cuando observamos tu trayectoria y escuchamos la evolución de tu música a lo largo de

los años, podemos ver que tu estilo musical no ha dejado de cambiar y evolucionar,

¿Crees que con tu último disco has encontrado tu voz, tu lugar en la música, o que aún

te queda mucho por explorar?

No tengo la sensación de haberme quedado estática sobre ningún estilo, ahora mismo tengo

ganas de hacer canción francesa, me gusta hacerlo y tengo intención de continuar. Toda mi

vida he escrito en francés, pero no descarto otras cosas, otros estilos, otros idiomas. Lo que me

gusta de la música es que no me limita, que hay muchísimos estilos diferentes y que no es

necesario cerrar ninguna puerta y elegir uno solo. Por el momento me encanta cantar en

francés y voy a seguir haciéndolo, pero sigo abierta a cualquier otra posibilidad que se me

presente.

 

Para aquellos que nunca te han oído cantar, ¿cómo definirías tu música?

Como canción francesa inspirada… en un principio estaba muy inspirada por las músicas del

mundo, ahora hay cada vez más una influencia folk. Música que habla de los elementos, de la

naturaleza, de sueños, de emociones… música hecha por un ser humano para otros seres

humanos. Música sensorial, muy sensorial.

 

A día de hoy existe la sensación de que el término canción francesa está algo pasado de

moda, ¿qué opinión tiene al respecto?

Es cierto, de hecho en ocasiones me río de mi misma por hacer canciones tan vintage. Creo

que la canción francesa está muy marcada por grandes autores que vivieron hace algunas

décadas, como Edith Piaf o Barbara que me encantan. También estaba Dalida, por ejemplo,

que hacía música disco. Siempre se ha basado bien en personas con un modo de escribir

magnífico, con mucho peso, bien en estilos mucho más variados a día de hoy, canciones de

cabaret… Parece que por cantar en francés se te ponga una etiqueta en este estilo y ya, pero

hay mil posibilidades dentro de la misma. Sí es cierto que puede estar un poco pasado de

moda, pero al fin y al cabo qué más da, para mi es algo que no tiene edad y que me gusta

aunque tenga connotación de antiguo.

 

Tus canciones tienen una clara influencia que viene de música de todo el mundo, no

sólo de Francia. ¿Cómo se instala toda esta diversidad en tus canciones?

Siempre he escuchado música de diferentes orígenes: flamenco, música africana, de la India…

Hubo una época en la que estuve especialmente interesada por la musicología, de hecho y

escuchaba muchas cosas diferentes, aunque también jazz, fados… Mucha música y muy

diferente, por ejemplo Björk me influyó mucho en una época de mi vida.

Mi primer álbum, en el que trabajo con Amos Mah a la hora de escribir, deja ver también sus

influencias de música clásica, canciones sesenteras, etc. y todo esto se nota mucho en las

canciones. En mi segundo trabajo soy yo quien retoma por completo las riendas de la escritura

y de la dirección artística, y creo que el resultado va a ser algo más compacto, más coherente,

aunque es cierto que toda la música que he escuchado y cantantes que me han influido se

dejarán notar igualmente.

 

¿Qué música escuchas últimamente?

Ahora mismo escucho mucho Kings of convenience, un grupo americano, y también escucho a

muchos de mis amigos, que considero que tienen mucho talento: Alma Forrer, Baptiste Hamon,

Mondino… y por supuesto los clásicos que me gusta escuchar siempre. También me gusta

mucho la música mexicana en este momento, canciones de los años veinte y cuarenta. En

realidad no paro de escuchar cosas.

 

¿Siempre has sabido que querías dedicarte a la música?

Sí, es algo a lo que siempre he querido dedicarme, por lo que he luchado mucho y lo sigo

haciendo, por conseguir que esta sea mi profesión. Siempre he sabido que era lo que quería

hacer, e incluso a día de hoy y pese a todas las pruebas y dificultades sigo queriendo.

 

Antes de conocer a Amos Mah escribías tú sola tus canciones, y a raíz de conocerlo

realizáis un disco en común. ¿Cómo cambia el proceso creativo?

Exacto, yo hacía mis propias canciones para mis proyectos, y cuando conocí a Amos y le

expliqué que quería hacer canción francesa y necesitaba un violonchelista y le propuse trabajar

juntos, me explicó que él también escribía canciones y decidimos crear un proyecto común. Me

gustaba mucho su manera de escribir, y el modo en que teníamos las mismas palabras para

decir las mismas cosas.

A la hora de componer sí es un proceso complicado. Amos y yo nos entendemos muy bien,

pero tengo la sensación de que los textos del álbum no están escritos a medias sino que más

bien uno de los dos escribía y después trabajamos juntos en la melodía. Muy pocas canciones

están realmente escritas a cuatro manos. Por supuesto, tratamos de ir seleccionando los

fragmentos en los que ambos creíamos, colaborar en detalles de las partes del otro… Es decir,

es un verdadero trabajo hecho entre los dos, pero en lo referente a los textos, para mi es muy

complicado escribir con alguien a la hora de concentrarme.

 

Al escuchar tus canciones, tenemos la impresión realmente de trasladarnos a un mundo

paralelo, una realidad diferente. ¿De dónde sacas la inspiración para crear este mundo?

Es agradable ver que hay quien me sigue en mis peregrinajes por las nubes (risas). Yo creo

que en realidad estoy un poco loca (más risa) y que tengo la necesidad de soñar para soportar

la realidad cotidiana. Tengo un imaginario que siempre he cultivado y de hecho no lo hago de

forma intencionada, simplemente paso mi vida reinventando el mundo, contando historias de

mis delirios. Creo que simplemente mi forma de evadirme son los sueños y la risa.

 

¿Siempre has tenido claro que era la música, o has probado otras expresiones

artísticas?

Cuando era joven escribía poemas, que eran de algún modo el precedente de mis canciones, y

siempre me han gustado además la pintura, el dibujo y las artes plásticas. Son cosas que en su

momento abandoné por la música, ya que tenía la sensación de que debía elegir y de que sólo

podía ser buena en una cosa. A día de hoy me digo que igual fue un poco tonto, que en

realidad podemos hacerlo todo si le dedicamos tiempo, y puede que dentro de un tiempo

vuelva a concentrarme en estas artes plásticas.

 

En uno de tus trabajos cantas una canción en español: ‘Nací en Álamo’. Al escucharla

encontramos un sonido muy español, muy fuerte, muy gitano. ¿De dónde viene esta

idea?

Esta canción no es mía, viene de una película de Tony Gatlif, que ha hecho muchas películas

sobre la raza gitana, los pueblos eslavos, y que justamente tiene una llamada ‘Vengo’ sobre la

cultura gitana andaluza, el flamenco, los bailes… Es una película que me encanta, mi favorita

de siempre, y en ella esta canción es interpretada por una gitana de un modo impresionante,

sublime. Para mi es la canción de la vida, de la carretera, del destino, del camino del polvo de

las estrellas de la vida, ¿sabes? Una especie de condensación que siempre me ha revuelto por

dentro y que tenía muchas ganas de cantar.

 

Respecto al proceso creativo de tus canciones, ¿sueles empezar por la música, por las

letras…?

Creo que en mi caso empieza con una palabra o frase cantada que se me ocurre mientras voy

por la calle. Suelo grabarme rápido en mi móvil, y una vez en casa trato de tirar del hilo y ver

qué sale. También paso mucho tiempo en casa con mi guitarra, aunque no sé tocar muy bien,

pero me ayuda a escribir. La guitarra llama la línea de canto que llama las palabras.

 

¿Cómo vives la experiencia de compartir tu canción una vez creada?

Es el proceso final, creo que cuando escribo una canción el verdadero objetivo es poder

transmitirla a la gente, enseñar emociones que son mías pero dentro de las cuales otras

personas puedan encontrarse. Es un regalo que tienes ganas de hacer a tus congéneres los

seres humanos. También es cierto que yo soy el filtro, y que si algo no me gusta no voy a poder

compartirlo y enseñarlo y voy a pasar a otra cosa. En cualquier caso, desde el momento en que

decides crear algo, deja de ser solo tuyo, no puede ser egoísta.