Mi nombre es Fernando Gomez Balbontín. Pintor y arquitecto.

Debo primero decir que para mí arte es equivalente a cualquier oficio realizado en conciencia, con pasión, con goce, olvidando y sacrificando en favor del resultado absolutamente cualquier distractor ajeno a la obra en cuestión, incluso el tiempo.

Por lo mismo pienso la palabra arte es bien definida por Alfredo Jaar como “un acto de resistencia”. Tener por ejemplo la conducta de darle más valor al tiempo que al dinero en nuestra sociedad de consumo constituye, absurdamente para el general de la población, “una pérdida de tiempo”, valga la redundancia. Pareciera que a veces ya ni siquiera estamos conscientes del origen de nuestros dichos.

Desde niño tuve ansias innatas de des-cubrir. De cuestionarme ante lo dogmático porque simplemente no tenía sentido no hacerlo. De tener voz tal vez en un entorno donde tenerla podía jugarte en contra. Es una voz que de pronto se transforma en un grito silencioso que ya luego mágicamente no lo es tanto.

Finalmente, y viendo el panorama con más perspectiva lo que me lleva a dedicarme al arte es simplemente el querer y decidir ejercer mi derecho a voz. Voz expresada formalmente a través del lenguaje visual.

Mi imaginario comienza a madurar a partir del aprender a observar en la escuela de arquitectura.

La observación es información pura, por lo que me atrevería a decir que mi imaginario surge de la información que yo de alguna forma, y utilizando mucho la intuición también, siento la necesidad de dar a conocer o directamente expulsar y/o sublimar

Debo reconocer que no me identifico con la palabra estilo. Pienso categoriza y eso limita. El arte en esencia es experimentación pura, por tanto el artista debiese en esa sintonía estar en una búsqueda constante, y en consecuencia, por qué no, creando estilos.

Justamente mi metodología es primero procurar tener una idea. Si la idea no es lo suficientemente atractiva se desecha porque no tiene sentido trabajar en algo que sabes que desde el  origen  no funciona.

La idea puede ser un concepto, una atmosfera, un sentimiento, en fin… el desafío es como representarla a través de los simbolismos que construimos a partir de nuestro imaginario.

Roberto Matta es quien primero se me viene a la mente. Y todo calzaba perfecto. Imágenes increíbles, constructor de mundos surreales atemporales maravillosos. En mi colegio estudiar arte no era una opción validada socialmente, por lo tanto “decidí” estudiar arquitectura. Y Matta era arquitecto. Entonces entendí, de manera mal planteada algo que sigue haciéndome sentido. El verdadero artista puede prescindir de la Academia.

Lamentablemente, en el entorno socio-político-cultural-etc. de mi infancia no existía mucha influencia realmente artística. A pesar de eso tuve la fortuna desde pequeño de estar rodeado de pintura por el lado materno. Siempre me atrajo mucho la expresión que recuerdo en pinturas y dibujos de un par de tías abuelas que estudiaron en su momento en la academia de Bellas Artes. Era mucha belleza, colores, paisajes, trazos. Pude de alguna manera disfrutar de la forma, lo que tiempo después se conjuga con el fondo.

Lo primero que viene a mi mente: Alfredo Jaar, artista-arquitecto chileno, creatividad ilimitada, máquina creadora de proyectos con un trasfondo social admirable. Lars Von Trier,brillante partiendo por una estética fascinante.Definir mi mejor obra podría ser equivalente a no estar de acuerdo con la frase “sólo sé que nada sé” o “nunca digas nunca”.

Acabo de realizar una intervención individual en Galería-Restorán Bautista Gourmet, Stgo, Chile. Proyecto muy interesante ya que se presentó la oportunidad de introducir obras que de pronto sacaran de contexto al espectador objetivo del área. Área por cierto catalogada como una de las más exclusivas y conservadoras de Chile.

Interesante es mencionar que esta muestra hace diez, o incluso menos años, pudo haber sido puesta en juicio de censura. Lo que indica que el acelerado y creciente acceso a la información nos permite como sociedad tener mas poder hacia lo que pueda ser sometido o no a dicha censura e incluso poner en juicio a quien tiene la osadía de censurar.

He aprendido que vivir la vida sin expectativas es un camino más saludable y efectivo. Y aquello no implica no intentar realizar con la mayor pasión el oficio, sino todo lo contrario.

Creo hay que dejarse sorprender y estar atento a las oportunidades.

El problema del mercado (se acentúa en países subdesarrollados) es que el arte jamás será publicitado como el mercado de los autos o el de las ampolletas, ya que el arte no está sujeto a conceptos relativos a la obsolescencia programada, sino todo lo contrario. Quien realiza arte tiene que enfrentarse a que dedicarse a él es generalmente un mal negocio por la escasa demanda y lograr vivir de él probablemente constituya en si mismo, una obra de arte.

Para mejorar esa realidad creo es fundamental ir al fondo del asunto, que finalmente radica en cambiar el sistema actual de educación basado en prácticas ya prehistóricas como por ejemplo la competencia. Y para empezar a construir eso tendríamos tal vez intentar enseñarles a “quienes nos enseñan”. Escenario complejo por decir lo menos.

Crea lo in-creible

Puedes ver la obra de Fernando en:

http://gomezbalbontin.com/#main