Big | Brave en Teatros del Canal: entre penumbras y estruendo lento

Big | Brave en Teatros del Canal: entre penumbras y estruendo lento

 

La noche en Teatros del Canal fue una inmersión profunda en un mundo sonoro denso y cautivador. El trío canadiense Big | Brave, formado por Robin Wattie (voz y guitarra), Mathieu Ball (guitarra) y Tasy Hudson (batería), ofreció un concierto de intensidad contenida y belleza áspera. A ellos se sumó Liam Andrews (también conocido como Aicher) en el bajo, sumando gravedad y pulso al tejido rítmico del grupo.

La puesta en escena fue tan minimalista como su música: un escenario en sombras, apenas atravesado por una luz cenital sobre cada músico. La oscuridad no escondía, sino que dirigía la mirada hacia lo esencial: la presencia del sonido.

La voz de Robin Wattie se movió entre la poesía y el mantra. A veces fue palabra clara, y otras, una textura distorsionada que se fundió con los instrumentos. En ese vaivén, su presencia marcaba el ritmo emocional del concierto: serena, inquietante, hipnótica.

El estilo de Big | Brave bebe del drone, del post-rock, y de la repetición como forma expresiva. Puede recordar por momentos a Explosions in the Sky o Mogwai, pero con una identidad propia, más enfocada en la textura que en la melodía. El grupo construye climas donde los loops insistentes se estiran hasta el límite, y los clímax, aunque escasos, llegan con una fuerza inevitable: la resolución de una larga tensión. Las melodías, si aparecen, lo hacen como ecos: breves frases del bajo que vuelven una y otra vez, coqueteando con lo conocible sin caer en lo obvio.

La batería de Tasy Hudson fue un ancla poderosa. Golpeaba con decisión, con una fuerza física y contenida, sin apurarse en llenar los espacios. Pocas subdivisiones, muchos silencios. Cada entrada era medida y necesaria.

Big | Brave no busca adornar ni complacer. Su música se abre paso lentamente, como una marea grave que no se detiene. Y sin embargo, algo en esa persistencia conmueve; el aplauso final no fue estridente, sino largo y agradecido, como quien vuelve de un viaje raro y profundo, y reconoce que estuvo en un lugar verdadero .

D.M